Los verdaderos detectives del adn han sido mis profesores y amigos en varias partes de Estados Unidos, a quienes les agradezco con todas las hebras de mi adn: René Herrera es un simpático e intrépido genetista de Florida International University, en Miami, que viaja realmente por los lugares más remotos del mundo entero sacándole sangre a la gente o arrancándoles los cabellos.
Sus aventuras hacen palidecer a las de este libro y fueron fuente de inspiración de muchas escenas, incluyendo la de la pizza en la saliva, que realmente le sucedió con un aborigen en Australia. René se ha tomado el trabajo de pasar largas horas en su laboratorio explicándome la magia de la genética en el estudio de la historia de las migraciones humanas y el trabajo detectivesco, así como mostrándome su refrigerador, lleno a más no poder de muestras sumamente valiosas.
También van las gracias a los caballeros y antiguos adversarios del Proyecto Genoma Humano, Francis Collins y Craig Venter, y especialmente a Eric Lander, mi profesor en MIT, de quien digo dos cosas: una, que parece un oso de felpa de esos que provocan abrazar. Y dos, que es uno de los científicos más carismáticos que he conocido. Una verdadera estrella del rock enfundado en una bata blanca.
A.P.S.