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No puedo cerrar la tapa de este primer libro sin agradecerle a mi amigo David León, quien se divertiría de lo lindo si supiera que el apodo que me tenía desde la infancia, “Abigaíl”, se convirtió en un personaje igual de loco que su amiga de carne y hueso.
También un agradecimiento especial a toda la tripulación del buque de investigaciones oceanográficas Joides Resolution. Desde el jefe de científicos de la Expedición #174A, Dr. James Austin, por embarrarme hasta los codos con el antiquísimo lodo que cuenta la historia de la Tierra, hasta el chef Alex Trotta, por despedirme con su especialidad, famosa en los siete mares: el salami de chocolate crocante.
A.P.S.
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